Monday, May 1, 2017

Bienaventurados los manzos

Bienaventurados los mansos... Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5 El Señor Jesús nos pide que le entreguemos todas nuestras cargas y aprendamos a ser mansos y humildes como Él. Mansedumbre es sinónimo de docilidad confiada. Es la disposición del espíritu a aceptar el consejo y la guianza de Dios como lo mejor y más adecuado para nuestra vida. Una persona mansa no es débil, sino es aquella que sujeta y subordina su fuerza a las órdenes de Dios, sin oponer resistencia. La mansedumbre y la humildad están relacionadas a la entrega de tus problemas al Señor, con el fin de intercambiarlos por su descanso, sabiendo que Él sabe y puede hacer más que tú. La cualidad de los mansos es que dependen de Dios y no de sí mismos. Decide ser enseñable, no te defiendas ni te justifiques cuando te equivoques y recibe la corrección para que puedas madurar. La mansedumbre es lo opuesto a ser rebelde o indomable, es tener tus prioridades en el orden correcto. Padre, hoy vengo a tí, trabajado y cargado, reconociendo que en mi fuerza no podré lograr más que agotarme, pues sólo tú me llevas suavemente por el camino seguro, el de santidad, donde me llevas de la mano y no permites que me pierda. Decido llevar tu yugo sobre mí, aprendiendo de tí que eres manso y humilde de corazón, para hallar descanso para mi alma, pues tu yugo es fácil y tu carga es ligera, en el nombre de Jesús, amén. Compártelo Creí, por lo cual hable

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