La Palabra hecha carne.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Mateo 8:8
La Palabra de Dios produce vida. Nos sana, libera, restaura, renueva y transforma. Somos los portadores e instrumentos de la Palabra de Dios en este mundo. Debemos creer en ella, meditarla y hablarla.
Lo que crees y lo que hablas puede enriquecerte o empobrecerte, sanarte o enfermarte. Aprende a hablar la Palabra de Dios y sus promesas. Cuando tienes la Palabra en tu corazón y la confiesas, se hace realidad en tu vida, carácter y conducta, vas siendo transformado a la imagen de Jesús, pues su Palabra va encarnándose en tu ser.
Isaías 59:21 Y este será mi pacto con ellos (con todos nosotros), dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.
Padre, confesaré a diario tu Palabra hasta que se materialice en mi ser. Declaro sanidad, santidad, justicia, prosperidad, sabiduría, entendimiento, amor, paz. Tu Palabra es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino.
Decláralo conmigo; Señor, yo lo creo y lo recibo en el nombre de Jesús. Amén.
Creí, por lo cual hable
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