¡Soy libre del rechazo!
Jesús llevó todo nuestro rechazo. No solamente comprende nuestras experiencias de rechazo, las llevó en sí mismo:
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3
El nivel de estimación por Jesucristo hombre llegó a un punto tan bajo, que experimentó la peor humillación. Nadie pudo haber estado en una condición de tanto rechazo.
Jesús vino a librarte del rechazo. El amor y la aceptación del Padre son incondicionales y son el poder medicinal que necesitas para salir de esta cárcel. Entra al descanso de la aceptación de Dios. No te resistas a su amor, y se sanado y liberado de la fortaleza del rechazo. Una persona rechazada siempre rechazará a los demás. Cuando sales del rechazo, aprendes a dejar de rechazar.
Padre, recibo por fe sanidad en mi corazón. Puedo sentir tu amor envolviéndome, tocándome. El aceite de tu Santo Espíritu sanando mis heridas, llegando hasta lo más profundo y escondido. Con el poder que me has dado en mis palabras, declaro que soy sano, libre de todo rechazo, libre para ser amado por ti, para amarte y para amar a todos los que me rodean. Declaro que soy tu hijo(a) amado(a). En el nombre de Jesús, amén.
Creí, por lo cual hable
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