Wednesday, February 14, 2018

EL MENSAJE QUE LOS PADRES ENVIAMOS.

EL MENSAJE QUE  LOS PADRES ENVIAMOS.

1a Samuel 20:30-34; Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán. Hijo de mala madre exclamó. ¿Crees que no sé qué eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre? 31 Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ni tú ni tu reino estarán seguros. Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir. 32 ¿Y por qué ha de morir? le reclamó Jonatán. ¿Qué mal ha hecho? 33 Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David. 34 Enfurecido, Jonatán se levantó de la mesa y no quiso tomar parte en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David.

Cuando alguien nos pregunta que cómos nos va, usualmente nuestra respuesta está relacionada con nuestra actividad laboral que desempeñamos. Pero cualquiera que esté criando un hijo (o más) tiene un rol mucho más importante que las tareas ordinarias de un trabajo.

Los padres debemos ser comunicadores.
A diferencia de los grandes conferencistas, los padres no preparamos de antemano todo el mensaje que queremos transmitir a nuestros hijos. Cada cosa que hacemos y decimos, especialmente las que ocurren “improvisadamente” enseñan a nuestros hijos.

Piense en los días de su niñez. ¿Qué fue lo que sus padres hicieron para ilustrar sus prioridades, creencias, y pasiones? Aun sin decir nada, muchas veces enviamos mensajes con nuestra actitud corporal, intereses, amabilidad, ausencia o presencia, silencio, las cuales crean un marcado impacto, ya sea positivo o negativo en nuestros hijos.

Inevitablemente, nuestros hijos serán grandemente afectados por la manera cómo nos comuniquemos y cómo ellos lo interpreten. Debemos estar conscientes de la manera cómo cada joven procesa la información, y algunas veces nuestras intenciones o mensajes pueden torcerse o desviarse y ser mal interpretados.

Una tremenda responsabilidad nos ha sido dada como padres. Con razón, los padres sabiamente cuentan, dependen, y se apoyan en la ayuda y sabiduría de Dios. Solamente padres como el rabioso y celoso rey Saúl del pasaje de hoy, pueden intentar algo tan atroz como tratar de herir o aun tratar de matar a su propio hijo.

Pero debemos examinarnos y ver si nosotros debido tal vez a nuestras heridas, amargura, y falta de perdón del pasado, podríamos también estar enviando mensajes dañinos y perjudiciales a nuestros hijos.

Pregúntese a usted mismo: ¿Qué está usted comunicando a sus hijos? ¿Qué acciones apuntan como prioridades en su vida? ¿Sienten sus hijos el hambre en su corazón por la dirección, consuelo, y sustento de Dios?

Por encima de todo eso, ¿Pueden sus hijos tener una próspera relación con Jesucristo simplemente mirando su vida y ejemplo?
El que tenga oído para oír, oiga lo que es Espíritu Santo le está hablando
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