Yo soy el ejecutor de la sentencia.

Yo soy el ejecutor de la sentencia.

Al presentar nuestro caso en la corte, el Abogado nos defiende, la Sangre habla a nuestro favor y el Juez nos hace justicia: nos declara limpios, sanos, prósperos, lavados, perdonados, etc., por medio de Jesucristo.

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, y 14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Colosenses 2:13-15

Una vez que tienes el decreto, que siempre será absolutorio, es momento de ir en contra del adversario. En la vitalidad del Espíritu Santo harás valer lo que Dios ha hecho a tu favor, decretando y ordenando al maligno que suelte lo que te pertenece.

Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. 11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron
sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:10-11

Padre, gracias por todo lo que has hecho a mi favor. Me he presentado delante de tu corte celestial y me has hecho justicia contra mi adversario. Por tu Espíritu Santo, que has puesto en mi, yo declaro que fui justificado por el sacrificio de tu Hijo Jesucristo, por su sangre está en el altar y habla de mi y me dice que soy sano, libre, próspero, perdonado. Me declaro libre de la pobreza, de la enfermedad, de la opresión y voy como ejecutor de la sentencia en contra del enemigo: ¡Satanás fuera!¡estás vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de mi testimonio!
En el nombre de Jesús, amén.
    Creí, por lo cual hable
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