Amar a Dios me vivifica.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Marcos 12:30
El amar a Dios nos vivifica (dar vitalidad y fuerza al débil o que ha perdido su energía) y apasiona; activa los recursos del cielo para cambiar el entorno. Cumplir el primer y gran mandamiento se dificulta por dos cosas: La multitud de distractores y acaparadores de nuestra atención y nuestro “ego”. Entendamos que el hombre sin la gracia de Dios, es un ser eminentemente egoísta, y el egocentrismo se alimenta de auto complacencia, auto gratificación y auto promoción; lo que impide amar a nuestro Dios con todo nuestro ser.
Dios entregó a su Hijo por amor a ti. El amor es eminentemente generoso, dador. Dios espera que tu amor a Él, te haga de igual manera generoso, entregándole tu corazón, tu alma, tus fuerzas, etc.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16
Padre, hoy me entrego y me rindo ante tí, porque eres Amor, tu nombre es Verdadero y Fiel. Aunque el mundo falle, tú nunca lo harás, porque tu Palabra permanece para siempre. Hoy sólo quiero amarte y amar lo que tú amas. Vivifícame con tu amor y tu Santo Espíritu, en el nombre de Jesús, amén.
Creí, por lo cual hable
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